miércoles, 20 de junio de 2012

Tenía que ser mujer y africana

“Ver un hospital en París fue como estar en el cielo”

La matrona ugandesa promueve la campaña 'Stand up for african mothers' para reducir la mortalidad durante el parto
Esther Madudu, comadrona en Uganda, quiere reducir la mortalidad materna. / Samuel Sánchez

La ugandesa Esther Madudu (1980) nació prematuramente a los seis meses de gestación. Su madre tuvo que ser ingresada. Y ella habría muerto si su abuela, una partera tradicional, hubiera hecho caso a la gente del pueblo que le decía que se deshiciera de ella porque una “cosilla así” no iba a sobrevivir. Pero salió adelante. “Quizá por eso me hice matrona”, cuenta. “Solo soy una empleada del Gobierno, pero como a mí me salvaron creo que tengo que salvar a otros”, añade. Y tiene tarea. En su país, el 58% de los partos se realizan sin atención médica y la mortalidad materna es 70 veces superior a la española, según datos de las Naciones Unidas. “Pero las cosas están cambiando, ahora las mujeres saben que tienen que ir al hospital”, incide.
Madudu solo ha viajado tres veces fuera de Uganda. Las dos últimas para impulsar en Europa la campaña Stand up for African Mothers, que promueve AMREF (Fundación Africana para la Medicina y la Investigación). El objetivo es recaudar fondos para formar a 15.000 matronas en ese continente. Meses antes de su reciente llegada a España, Madudu estuvo en París, donde visitó la maternidad de un hospital. “Las madres estaban felices con sus bebés. Era como estar en el cielo”. Y revisa una libreta llena de anotaciones. “¡Había 10 doctores!”, encuentra el dato y silba al darlo. “En mi pueblo muchas mujeres vuelven a casa con los brazos vacíos”.
Pese a lo dramático de sus palabras, no pierde la sonrisa ni siquiera mientras mastica el jamón. “A mi abuela le encantaría”, elogia el manjar. Solo el recuerdo del fallecimiento de una buena amiga y su bebé durante el parto le empaña los ojos. “Pero conseguiremos reducir la mortalidad materna”, recobra el optimismo. Para ello, Madudu dice trabajar 24 horas. Su pasión por su trabajo le ha separado de su familia. Su marido la dejó —“pasaba todo el tiempo solo”, ríe al contarlo—. Sus dos hijos viven con su madre en otro pueblo. “Les echo de menos”, se emociona.
A mí me salvaron. Tengo que salvar a otros”, explica la matrona ugandesa
AMREF propondrá a Madudu como candidata al Premio Nobel de la Paz en 2015. “En representación de todas las matronas de África”, defiende. ¿Cree que ganará? “Sí”, no duda ni un segundo. Es optimista y piensa que el reconocimiento servirá para que sus compañeras que han dejado de ejercer, desanimadas, recobren la esperanza y vuelvan. “Hay mucho trabajo por hacer”, recuerda.
Todos sus esfuerzos se centran en realizar un sueño: “Un sistema que salvara a más madres y niños, con mejores centros y equipos. Con eso sería feliz”. Para que su ilusión se convierta en una realidad, Madudu considera esencial que los políticos apoyen la labor de los profesionales sanitarios. ¿Lo hacen? “Sí, sí y sí”, recalca. “Hasta los peces gordos tienen bebés”, bromea. Pero la crisis, dice, ha ralentizado los avances que se estaban haciendo a nivel interno y se hace más necesaria la ayuda externa. Por eso Madudu aprovecha los últimos pinchazos a su quiche para pedir el respaldo ciudadano a la campaña por las madres africanas. “Todos somos humanos, tenemos la misma sangre. Solo el color es distinto. Cualquiera con sensibilidad por los derechos humanos es capaz de renunciar a algo para salvar una vida”. Por su parte, Madudu seguirá pagando de su bolsillo, cuando las familias no puedan, la gasolina de la única ambulancia del pueblo.

Fuente: elpais.com

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