martes, 31 de marzo de 2015

Naomi Wachira: "Le canto a las mujeres, a África"


Tiene una magnífica sonrisa y el aspecto de la típica mujer africana. Se presentó en el hotel Hilton de Nairobi con su turbante y unos pendientes imposibles. Caminamos hasta una conocida cafetería donde meriendan todos los Muzungu (extranjeros blancos) que viven en la capital. Casualidades de la vida, nos encontramos con una amiga suya del instituto a quien hacía 20 años que no veía. Enseguida, me doy cuenta de que Naomi Wachira es una mujer vivaz e inteligente. Pedimos té y empezamos a charlar.

Cuéntanos, ¿quién es Naomi Wachira?
Nací en Kijabe, a unos 45 kilómetros de Nairobi. Allí, viví toda mi infancia y mi adolescencia hasta los 19 años, cuando me mudé a Chicago para empezar mis estudios en Comunicación. A pesar de mi vocación musical, mis padres siempre quisieron que estudiara una carrera, así que, por decirlo de alguna manera, me “empaquetaron” a Estados Unidos y allí me quedé.

¿Cómo empezaste tu carrera musical? Imagino que llevarás ya tus años en ello…
¡Para nada! Mi historia es muy atípica. Mis padres cantaban, pero tampoco se puede decir que fueran artistas, ni que vivieran de la música. Mi padre era pastor y, los fines de semana, mi madre y yo le acompañábamos y cantábamos en las iglesias. Recuerdo que tenía 5 años cuando participé por primera vez en un concierto como solista. Luego, me hice mayor y a mis padres ya no les hacía tanta gracia que quisiera ser artista, así que dejé de cantar. Trabajé en una empresa de comunicación durante 7 años y nunca pensé que, realmente algún día, me dedicaría en serio a la música. Para que te hagas una idea, ¡empecé a tocar la guitarra con 27 años! En 2006, dejé Chicago para mudarme a Seattle y allí me encontré de nuevo conmigo misma.

¿Fue entonces cuando volviste a cantar?
No exactamente. En Seattle, hacía una vida de lo más común. Tenía un buen puesto como trabajadora social y, con la crisis que había en ese momento en Estados Unidos, la verdad es que no me podía quejar. Todo cambió en 2009, cuando nació mi hija Aiyana. De repente, me di cuenta de que no me sentía satisfecha con todo aquello, con una vida rutinaria y un cómodo trabajo de 9 a 5. Me dije a mí misma que tenía que cambiar mi vida porque mi hija se merecía una madre que fuera feliz y se sintiera realizada con su trabajo. Ella fue el verdadero motivo por el que decidí apostar por la música.

Siempre estuvo ahí…
Exacto, pero por alguna razón nunca creí en mí misma. La música siempre fue mi pasión desde niña. Nunca dejé de escribir y, de vez en cuando, ponía voz a esas letras. Pero, como te digo, ni siquiera sabía tocar la guitarra hasta hace 4 días. Seattle es una ciudad muy artística. De ella, han salido músicos y grupos como Nirvana, Jimi Hendrix o Ray Charles. Empecé a relacionarme con cantantes y otros músicos. Al principio, solo cantaba para amigos en fiestas privadas, hasta que un día me dije: “¡Caray! ¡Realmente puedo dedicarme a esto!”. En 2011, empecé a tomarme mi música más en serio, es decir, decidí sacar la grabadora, trabajar la melodía... En definitiva, lanzarme de cabeza a ello. Dejé mi trabajo y me dediqué plenamente a la música.

Hasta que, en 2012, lanzaste tu primer álbum, African girl, de la mano de Damien Jurado.
Así es. No fue nada fácil porque, cuando ya tuve el material, me faltaba financiación para poder sacar adelante el disco. En Seattle, conocí al cantante folk Justin Froese. Algunos amigos apostaron por mí y me fueron financiando, poco a poco, con lo que podían. También utilicé las nuevas tecnologías para darme a conocer. Expliqué mi proyecto en Kickstarter [una plataforma web para financiar proyectos creativos] y, en pocos meses, conseguí 18.000 dólares. Conocí a Damien Jurado cuando me invitó a que tocara antes de su actuación. Al cabo de un tiempo, me propuso producir el disco a un precio más económico y, como habíamos conectado a la perfección, acepté. Grabamos el disco en tan solo dos días y, en otoño de 2012, ya estaba a la venta. Más tarde, vinieron los conciertos por Estados Unidos y Europa.

La mayoría de los artistas tardan siglos en grabar una maqueta. ¿Cómo es que grabaste el disco en solo dos días?
Es verdad. Pero nosotros decidimos seguir nuestras propias reglas. Damien siempre me decía: “No puedes copiar y pegar tu alma”. Y es cierto. Muchos artistas graban y graban hasta conseguir un resultado muy distinto a lo que era la canción original. Yo hablo de mí, de mis raíces, de mi historia personal, así que me fue muy fácil. Grabamos 11 canciones en tan solo dos días ya que creo recordar que solamente tuvimos que volver a grabar dos canciones.

¿Me estás dando a entender que la naturalidad es tu punto fuerte?
Exacto. Mi música es muy simple. Si te fijas, no hay nada complejo en ella. Si, durante la grabación, hay algún pequeño error, se deja. Todo fluye. Me encanta la simplicidad. En mi casa, no encontrarás muebles de inspiración rococó, ¡ni nada por el estilo! (Risas).


¿Cuáles son los retos de una artista africana afincada en Estados Unidos?
Creo que ser africana es, más bien, una ventaja. No tienes el aspecto ni suenas como los demás, así que supongo que eso es un plus. Respecto a los retos, me enfrento a los mismos que todos los artistas que quieren hacerse un nombre en el exclusivo mundo de la música. Yo soy la que se encarga de todo, gestiono al 100% mi carrera, sola. Y eso es agotador porque significa que tengo que dedicar el 90% del tiempo a hacer que el negocio funcione y tan solo un 10% a crear música; con lo cual, la parte creativa se resiente mucho.

¿A qué te refieres con “a hacer que el negocio funcione”?
No tengo ningún agente, ni ningún manager. Llamas a los sitios y nadie te hace caso porque no conoces a determinada persona. Yo todavía he tenido suerte ya que el boca a boca funciona y, al final, son ellos los que te acaban llamando a ti. Pero, vamos, conseguir conciertos en salas importantes no es fácil. Es una lucha contínua ya que, como los agentes no saben exactamente qué música haces, no quieren arriesgarse a trabajar contigo.

¿Y qué música haces exactamente? ¿Para quién canta Naomi Wachira?
Naomi Wachira le canta al mundo, a las mujeres, a África, a la vida y, por supuesto, al amor. Comparto con la gente mis dos realidades. Soy una mujer de 38 años, nacida en un pequeño pueblecito de Kenia, que vive en Seattle. ¡Tengo mucho que contar! (Risas).

¿En qué te diferencias de otros artistas africanos?
Creo que sueno diferente. Yo lo llamo Afro Folk. Canto con mi guitarra y nada más.

¿Crees que, en África, resulta difícil ser artista, que no sois tomados demasiado en serio?
Si lo miras desde el punto de vista de alguien que viene de fuera, sí. Creo que, en Europa, no se toma en serio nada que venga de África y, en parte, tienen razón. Todas las canciones africanas suenan igual porque el Makossa y otros géneros derivados es lo que gusta y lo que vende discos. Encontrarás pocos artistas africanos cuya música tenga influencias del rock o del blues, por poner un ejemplo. Creo que eso es lo que les distancia del mercado europeo.

Eso te iba a decir. Hay varios cantantes europeos con raíces africanas, como Nneka, Ayo o, en su día, Yannick Noah, que triunfan gracias a esa fusión afroeuropea tan poderosa. ¿Crees que esa es la clave de su éxito?
Sin ninguna duda. Europa es un continente viejo, donde todos los registros están ya muy explotados y, lógicamente, gusta la novedad. Los artistas mestizos saben fusionar muy bien sus raíces; aparte de que Nneka, por ejemplo, escribe muy bien y trata temas de injusticia social, que también interesa y atrae.

En tu single, African girl, dices que sabes de dónde vienes y quién quieres ser. Pues bien, ¿quién quieres ser?
Quiero ser una mujer que deje un buen legado en esta tierra cuando mi tiempo aquí finalice. Quiero dejar una huella positiva en este mundo con la música que escribo. Quiero ser una buena madre, capaz de educar a mi hija para que crezca siendo una buena persona, fuerte y feliz. Y enseñarle a convertir este mundo en un lugar mejor para todos. Sí, ¡esa quiero ser!

En los tiempos que vivimos, resulta una idea bastante ambiciosa, ¿no crees?
Lo sé. Escribí African girl para explicarles a las mujeres que pueden ser lo que quieran. Solo tienen que saberlo. El problema es que no es tarea fácil. He sufrido violencia doméstica. Sin saber cómo, me veía envuelta, una y otra vez, en relaciones tóxicas. Al final, ni yo misma sabía por qué me había metido en semejante berenjenal. Tras cinco años de terapia y mucho trabajo personal, de hablar conmigo misma, de comprenderme, de quererme y de aceptarme, por fin sé quién soy.

¿Cuál es tu rutina antes de un concierto?
Te parecerá un tópico pero me pongo muy nerviosa en el escenario, así que, justo antes de un concierto, trato de relajarme. Cualquier cosa ayuda: la meditación, rezar… Eso sí, siempre me tomo un té mágico para afinar la voz, Throat Coat, ¡y va de perlas!

En 2013, fuiste nombrada la mejor cantante de folk por la revista Seattle Weekly. Imagino que, después de eso, firmaste un montón de contratos…
Fue toda una sorpresa. Estaba en la cama y un amigo me llamó diciendo que salía en la portada del periódico. ¡No me lo podía creer! Sí, fue una sorpresa muy agradable y desde luego que el nombramiento, por llamarlo de alguna manera, elevó mi estatus como cantante y la gente empezó a reconocerme un poquito más. Les estoy muy agradecida por ello.

¿En quién te inspiras? ¿Cuáles son tus referentes?
Cuando me hacen esta pregunta, siempre nombro a Miriam Makeba, que fue una activista sudafricana de los años 60. Lo que me fascina de ella es que era capaz de llegar a la gente a través de su música, a pesar de que muchos no entendieran lo que decía, ya que cantaba en zulú. También me encanta Tracy Chapman porque siempre ha sido ella misma. Una mujer afroamericana en los años 80 no tenía otra opción que hacer R&B; sin embargo, ella decidió apostar por lo suyo, por su estilo particular y eso es lo que la hace grande.

¿Qué le apasiona a Naomi Wachira?
Mi familia y mis amigos, que me han ayudado mucho en esto. La música, cocinar y te parecerá extraño pero me encanta limpiar. Si me ves limpiando la casa de arriba abajo, es que estoy estresadísima y necesito liberar ese estrés de alguna manera (risas).

Antes, me has contado que lanzaste tu primer álbum en 2012 y, desde entonces, empezaste un tour por Estados Unidos y Europa. ¿Dónde has actuado? ¿Dónde has disfrutado más tocando?
Desde que lancé el disco en 2012, he tocado en 27 ciudades de Estados Unidos e hice mi primer tour por Europa el verano pasado, en 9 países. En Alemania, lo pasé francamente bien y tuve muy buena acogida.

¿Qué te pareció tocar en Europa?
Me encantó y tuve una acogida fantástica, sobre todo, en Hamburgo, donde vendí todas las entradas. De Ámsterdam, me quedo con su arte y sus canales, la gente es majísima y se respira un ambiente muy agradable y tranquilo. Creo que es una ciudad increíble para vivir. También toqué en París y en Londres. ¡Adoro Londres!

¿Cuáles son tus planes para este año? ¿Te veremos de nuevo por Europa?
¡Por supuesto! Este año, ya he hecho un pequeño tour de dos meses en Europa. De diciembre a febrero. He vuelto a Kenia para ver a la familia, descansar y, por supuesto, tocar. No me puedo quejar porque estoy teniendo una acogida maravillosa aquí, en mi propio país. Este año, haré lo que siempre he hecho, seguir tocando, estar abierta a nuevas oportunidades, buscar financiación para sacar mi segundo álbum y continuar haciendo conciertos. En verano, tocaré en el Salmon Arm Roots&Blues Festival en Canadá. Así que estoy contenta, no me puedo quejar.

¿Cuál es tu mensaje para otros artistas africanos que estén pensando en seguir tus pasos?
Creo que es importante definir primero quién quieres ser y, a partir de ahí, creer en ese SER. No hay más secreto que ese: hacer tuyo tu propio yo. Parece una redundancia pero la base del éxito está en nuestra propia aceptación. También me ha ayudado mucho el rodearme de gente que siempre ha creído en mí. Cuando trabajas en esto, el factor familia es muy importante. Esta es una profesión muy impredecible y, desde luego, hay días en que lo tirarías todo por la borda y no seguirías. Pero, gracias a Dios, la gente que tengo a mi lado es mi mejor apoyo en los días grises, que en Seattle son muchos.

Enlace: https://youtu.be/hJMBubNUr1s
Fuente: guinguinbali.com

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