lunes, 13 de mayo de 2013

La mitad de los inmigrantes de segunda generación se sienten españoles

 
Los hijos de extranjeros comparten aspiraciones educacionales y de empleo con sus compañeros españoles, pero viven en hogares más modestos
 
Menos de un 10% se ve discriminado
 
 
Alumnas inmigrantes en el instituto Eugeni D'Ors de Badalona / Joan Guerrero
El 50% de los hijos de aquellos inmigrantes que llegaron a España en la década de los 90, hoy adolescentes, se sienten españoles. El porcentaje es muy superior entre los que han nacido en el país (80%) frente a los que han llegado a edades tempranas. Este sentimiento de pertenencia e integración ha ido en aumento, según la Investigación Longitudinal sobre la Segunda Generación en España, elaborada por el Instituto Universitario Ortega y Gasset y la Universidad de Princeton. En 2008, dice el documento, solo el 30% decía sentirse español. “Estos resultados indican un avance lento pero positivo en términos de integración”, ha apuntado uno de los autores, Alejandro Portes, en la presentación este lunes del documento.
Este proceso de integración “favorable”, según los investigadores, Portes y Rosa Aparicio, del Instituto Universitario Ortega y Gasset, se debe también a que no ha habido un rechazo por parte de la sociedad española. Menos de un 10% de los hijos de inmigrantes dice haberse sentido discriminado. En un primer momento, en las encuestas de 2008, los latinoamericanos eran los que tenían un mayor nivel de identificación con España. Esto cambió en 2012, cuando fueron los filipinos y los búlgaros, los que declararon sentirse españoles en mayor proporción, mientras que chinos y bolivianos mostraron un mayor desarraigo. “Quizá por su relación más estrecha con su propio colectivo”, ha indicado Aparicio.
Los inmigrantes de segunda generación, hijos de extranjeros nacidos en España o traídos a edades tempranas, comparten con los jóvenes españoles sus aspiraciones respecto a los estudios y el empleo. En torno a un 70% desearía cursar estudios universitarios y de posgrado, sobre todo ellas (77%). Aunque sus expectativas de conseguirlo son, en muchos casos, inferiores, debido a los ingresos modestos que entran en sus hogares. Solo un 57% espera realmente acceder a la universidad.
Si bien, los investigadores hacen una lectura positiva de la alta permanencia en el sistema escolar de los encuestados. Un 80% de los jóvenes de entre 17 y 18 años encuestados en 2008 continuaban sus estudios en 2012 cuando fueron entrevistados para el seguimiento del devenir de sus vidas.
Así, Portes ha destacado que “la mitad habían avanzado” en su educación, aunque solo un “privilegiado 5%”, había alcanzado la universidad. “Solo un tercio de la muestra todavía seguía luchando por terminar la secundaria o en programas de cualificación profesional inicial (PCPI)”, ha indicado el investigador de Princeton.
En este sentido, el estudio observa diferencias entre países de origen. Los hijos de inmigrantes nacidos en España, así como los argentinos, chilenos y filipinos son los que permanecen en mayor proporción en el sistema escolar. Los dominicanos y los chinos son los que más abandonan. Estos últimos son “un perfil interesante”, según Portes. “Los hijos de chinos son de los que más dejan los estudios porque pronto se incorporan a las empresas familiares. Sin embargo, los que se quedan en la escuela son los que más avanzan y mejores notas tienen”, ha apuntado.
Aunque, en conjunto, la nota promedio de los inmigrantes de segunda generación (6,15) es solo medio punto porcentual inferior a la de los adolescentes españoles. La media es, sin embargo, superior en los hijos de padres de Europa occidental, mientras que bolivianos, dominicanos y marroquíes aprueban raspado. También entre sexos hay distinción. “La ventaja femenina se ve en todos los ámbitos académicos”, ha dicho Portes. Ellas tienen ambiciones más altas, sacan mejores notas y logran en mayor medida sus aspiraciones de lograr un título universitario o de posgrado.

Pese a compartir ambiciones, las familias de padres inmigrantes cuentan con menos capacidad económica para afrontarlas
Los indicadores de abandono escolar, desempleo, así como los de las aspiraciones académicas, son muy parecidos entre los inmigrantes de segunda generación y los jóvenes autóctonos (de padres españoles). “Solo se observan diferencias en cuanto a la ventaja académica en términos de notas y en los ingresos familiares”, ha indicado Portes. Pese a compartir ambiciones, las familias de padres inmigrantes cuentan con menos capacidad económica para afrontarlas. El 66% de los hogares de los encuestados no supera los 1.500 euros mensuales, frente al 25% de los hogares de españoles que viven por debajo de esos ingresos. “Aunque estas cifras no indican una situación de pobreza extrema, sí señalan las muy modestas circunstancias que tienen que enfrentar la mayoría de los jóvenes de segunda generación”, apunta el informe.
También el desempleo hace mella en los inmigrantes de segunda generación, según esta investigación, pero en porcentaje parecido a los jóvenes españoles. Con todo, y pese a las circunstancias adversas, “la mayoría de las familias que forman parte de la muestra han optado por permanecer en el país”, señalan los autores. Entre los encuestados en 2008 y los entrevistados en 2012, solo un 1,76% fue localizado fuera de España. Y de estos, dice el documento, la mayoría habían dejado el país “para obtener acceso a educación universitaria en sus países de origen, o terceros, y no por necesidad económica”. “Tratan de aguantar la crisis en vez de huir como a veces se cree”, ha subrayado Portes.
“Los resultados de nuestro estudio no apoyan conclusiones negativas o alarmantes sobre la integración de la segunda generación. La gran mayoría de los hijos nacidos en España o traídos al país a edad temprana se quedan en España y continúan sus estudios”, concluyen los autores. Estos jóvenes avanzan en sus expectativas de educación futuras y en su identificación con el país, aunque “una pequeña minoría da síntomas de movilidad descendente como maternidad o paternidad prematuras o encuentros con la policía”, reconoce el documento. Los datos similares entre hijos de inmigrantes y de españoles respecto al paro y el abandono escolar, hace concluir que los primeros “se han integrado a la juventud española y que sus diferencias con los hijos de nativos van disminuyendo con el tiempo”.
Este estudio pretende, según los autores, visibilizar cómo es el proceso de integración de los hijos de extranjeros, sobre todo latinoamericanos, que llegaron masivamente hace dos décadas. Pero España “ya no es un país de inmigrantes”, ha destacado Portes. Por lo que las pautas que ahora se observan serán distintas en el futuro pues se reducirán las cantidades de la población inmigrada y, con ello, su descendencia.
 
Fuente: elpais.com

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